El desquite

El cielo fue testigo(Relato ficcional basado en la película “El cielo fue testigo” protagonizada por Robert Mitchum y Deborah Kerr)

1943. Apogeo de la Segunda Gran Conflagración. El marino norteamericano saltó del bote salvavidas que, casi al garete, lo había conducido hasta la diminuta isla tras el hundimiento del submarino golpeado por la bomba de profundidad de un destroyer, y se escondió velozmente en la espesura. Era el único sobreviviente de la orgullosa nave perteneciente a la arrogante flota que luchaba contra el Imperio Japonés. La isla desierta mostraba apenas la presencia de una religiosa que había llegado allí huyendo de las tropas imperiales. Tras el sorpresivo encuentro, el rudo marine se sintió profundamente atraído por la bella monja. Tanto tiempo en alta mar, rodeado sólo de otros hombres, había alimentado su lascivia hasta llevarla a niveles incontrolables. Tras una primera fallida insinuación, ante la negativa de ella hizo valer su mayor fuerza y la sometió reiteradamente a pesar de los ruegos y las lágrimas de la mujer. Una vez satisfecho su deseo, le pidió cigarrillos y alcohol. Ella le entregó una pipa, tabaco y una botella de whisky. “Eran del Padre Philips, a quien enterré hace cuatro días”, le dijo. Intentando distender la incómoda situación, él empinó el recipiente de vidrio en un largo trago fondo blanco, y mientras encendía la pipa lanzando un agradable humo sabor chocolate, le preguntó distraídamente: “¿Lo mataron los japoneses?”. Ella le respondió: “No, padecía de una larga y penosa enfermedad, y ni el tabaco ni el alcohol pudieron mitigar su pena. Fumaba trabajosamente y bebía de la misma botella para no derramar el líquido”. Intrigado, él insistió: “¿Y de qué murió?”. Ella lo miró con ojos tiernos y le respondió: “Sufría de una rara lepra contagiosa, pero lo que realmente acabó con él fue la tuberculosis…”

Este relato forma parte de la serie “Cuentos incontables”.

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