El oculista

El otro día fui al ocultista… quiero decir, al oculista. Ya es la segunda vez que me equivoco cuando hablo de este profesional. Apenas entré, me preguntó: “¿Vino por la vista?”. Estuve a punto de responderle que no, que mi visita se debía a un problema de hemorroides, pero me contuve. En la práctica, sí puede ser un problema de hemorroides, porque cuando estoy en el peor de los momentos, me caen lágrimas en abundancia. “¿Estaba muy cargado?” – continuó preguntando. Al principio le entendí mal, porque este doctor pronuncia la “r” en forma muy suave, pero luego me di cuenta de que lo que había dicho antes era “autopista” y no “vista”, y luego “cargado” y no “ca…”. Tragué saliva. Pensé que además del oculista debía consultar a un sordólogo. Sí, a un sordólogo, esos médicos que tratan la sordera. Un ornitorrinco… quiero decir, un otorrino-como-se-llamen. Los otorrino éstos, para curarte te dan un susto o te hacen tomar un vaso de agua sin respirar. ¿Cómo que qué es eso? ¿No dicen acaso que tratan a los hipoacúsicos? ¿Esos no son los que tienen hipo? Ah, ¿son los que oyen mal? Yo no sé por qué les ponen nombres raros. Mejor volvamos al oculista. En realidad, no puedo volver. ¿Saben por qué? Porque no me había ido. ¡Já, já! ¡Qué chistoso soy! ¿No les causó gracia? ¡Qué difíciles son ustedes! Es como dice el refrán: “no hay peor sordo que el que no quiere ver”. Quiero decir, “no hay peor ciego que el que no quiere tocar”. Tampoco… Bueno, en realidad, ustedes ya saben lo que quiero decir. El doctor me hizo sentar en un sillón muy cómodo y se puso una cosa en el ojo que parecía un espejo con luces. Parecía un minero. Un minero, alguien que trabaja EN las minas, no CON las minas. Luego agarró algo que parecía un puntero, empezó a señalar un cartel lleno de letras y me pidió que las fuera repitiendo, ¡No pegué ni una! Me preguntó: “¿Usted sabe leer? Yo le respondí: “Sí, lo que pasa es que las letras están en inglés”. Me miró con sorna. Entonces me hizo la receta: me recetó que fuera a la escuela nocturna. Así que aquí estoy, repitiendo las vocales. Cuando termine, les cuento. Hasta pronto.

Este relato forma parte de la serie «Relatos en positivo».