Por una letra

LetrasTuve un amigo elefante…  Quise decir elegante, pero me equivoqué por una letra. ¡Qué cosa equivocarse por una letra! Puede traer muchos problemas. Como le pasó a mi amigo, que casi terminó en la cárcel. Era gasista y un día le pidieron que hiciera una estufa, pero él se equivocó e hizo una estafa. Al final tuvo suerte, porque lo mandaron a prisión, pero el que tenía que cumplir la orden entendió mal y sólo le tomó la presión y lo devolvió a la casa. Todavía lo están buscando. A mi amigo. Y al otro también. Es fácil confundir las palabras. Por ejemplo, la esposa de mi amigo es docente pero nadie –excepto él- cree que es decente. Y cómo van a creerlo, si es la amante de “la doce”, la barra brava de Boca Juniors. De allí lo de “docente”. Mi amigo se llama Elvio de nombre y Ledo de apellido, pero con esto de las confusiones, desde el colegio primario que es conocido como Elvio Lado, lo que le ha traído más de un problema. De hecho, cuando lo ven pasar, lo miran con curiosidad, como queriendo descubrir quién sabe qué. Un día a la esposa le preguntaron por el plomero, pero ella entendió plumero y respondió: “Está colgado en el cuarto de las escobas”. ¡Se armó un lío! Hasta la SIDE intervino. La esposa no podía hacerles entender que todo había sido una confusión. Claro, ella decía confusión y todos entendían confesión y la seguían interrogando. Menos mal que el plomero se levantó de la siesta y apareció en el patio, que si no… A Elvio le gustaban los trebejos pero le tenía alergia al trabajo. Pasaba el día dando y tomando mate. La madre de Elvio era una viejita muy simpática, pero algo sorda la pobre. Un día iba por la calle y vio un tumulto. Preguntó qué pasaba y le respondieron que había una riña. Ella entendió mal e insistió: -“¿Qué pasa con la niña?”. -“No, señora, es que hubo una disputa”, le dijeron. A lo que ella acotó: -“Entonces no era tan niña”-. ¿Cómo que es un chiste viejo? ¡Si yo no lo conocía! Es más, lo acabo de plag… de inventar. Siguiendo la tradición familiar, la hermana de Elvio se llama Elvira, pero es tan fea que le dicen “El virus”. No en latín. En castellano. Para hacerle una broma le dijeron que debería entrar en Internet. La cuestión es que hubo un malentendido y la internet-earon en un geriátrico. Ahora no saben cómo sacarla. Están pensando en recurrir a Bill Gates. El padre de Elvira tiene un ojo desviado. Se llama Ramón –él, no el ojo- pero le dicen “Elviro sexta nota musical”. Es decir, “Elviro-la”. Todo es así en esa familia. Todo muy choto… quiero decir cheto… digo chato. ¡Otra vez me equivoqué por una letra!

Este relato forma parte de la serie «Relatos en positivo».