Fin de año

Fin de año 2014Una vez más, por destino o por fortuna, llegamos a los confines de un final y de un comienzo. Un año que concluye, otro que se inicia. Si miramos atrás por sobre el hombro izquierdo, podremos ver las frustraciones, los dolores, las desesperanzas que nos agobiaron durante los trescientos sesenta y cinco días transcurridos. Si lo hacemos por sobre el derecho, advertiremos en cambio la confianza, los momentos de sosiego, los logros que tiñeron de alegría nuestro tiempo. Y si giramos alternativamente la cabeza a diestra y siniestra, observaremos el ritmo cambiante de la vida misma, muchas veces buena, otras no tanto. Pero eso es el pasado. Hacia adelante, nuestros ojos todavía están cerrados. No podemos anticipar lo que vendrá, lo que nos espera a la vuelta de cada esquina, lo que encontraremos en cada cruce de caminos. No podemos forzar un porvenir que no conocemos. Por eso, la apuesta vital y esperanzada consiste en vivir plenamente cada instante, cada pequeña porción de este presente, sin quedarnos aferrados a un ayer que ya fue, sin preocuparnos por un mañana que aún no es.

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.

Las cuatro sombras

Cuatro sombras gemían ocultas en las sombras. Una era el espíritu del tiempo que se sumía en sí aguardando el desatino del después. Otra, el hálito de la desesperanza pugnando por burlar el abandono. La tercera, el resplandor ignoto de los propósitos frustrados. Nunca supe de la cuarta hasta hoy, en que la oscuridad cegó mis ojos y una luz oportuna acompañó mis pasos.

Este relato forma parte de la serie “Relatos extravagantes (algunos incluso raros)”.