Chistes inocentes II (o que ustedes nunca harían)

Musical – Muchas melodías son confusas. Otras, en cambio, son con redondas, blancas o corcheas.

Histórico – Penélope le dice: -Ulises, no escuches a las sirenas. Ulises, ofuscado, le responde: -¿Y qué querés que haga, si soy chofer de ambulancia.

Sordera – Jorge visita a su amigo en la cárcel. Al verlo, le dice: -Pedro. Tenés que hacerte ver los oídos. Yo te dije que hicieras una estufa, no una estafa.

Discriminación – El Departamento de Estado de los Estados Unidos pide Visa a los argentinos para entrar en su territorio. Hubo quejas por discriminación. Fueron de American Express, Mastercard y Diners.

No sinónimos – No es lo mismo anonadado que cola mojada.

Influencia – En medio de esta pandemia el fabricante de respiradores artificiales hace valer sus aspiraciones.

Paradoja – Se dice que Ernesto Sábato escribía sus novelas los domingos.

Remedio – Para curarse del cáncer, Johan Sebastian Bach usaba flores de él.

Destierro – El monje budista fue desterrado del monasterio porque no compartía el entusiasmo de los demás monjes por Bhrama. Él era un fanático de Heineken.

El destierro

SambucaLa antigua sambuca desgranaba las lánguidas notas del sirtaki al influjo de las ligeras manos de la ejecutante, quien acariciaba las cuerdas como aprendiera a hacerlo de manos de su padre cuando, niña aún, caminaba por las calles de una Damasco no convulsionada por los horrores de la guerra. En su largo periplo hacia el destierro, tomó consigo los recuerdos de la infancia que se enredaban en los filamentos del arpa angular, dijo adiós a los cedros del vecino Líbano, navegó hacia Chipre en una débil barca de madera, y bordeando la costa de Turquía en un viaje que sentía interminable, recaló en la pequeña isla de Karpatos en medio del Egeo. Allí encontró un nuevo hogar, nuevas costumbres y una nueva vida. Aprendió un nuevo y exótico lenguaje, distinto en tonos y escritura a su propio idioma poblado de ornatos y cenefas. Al comienzo era una extraña para sus vecinos, “la siria”, como despectivamente la llamaban. Pero con el tiempo la aceptaron, así como ella aceptó su nueva condición. Se convirtió en la concertista del pueblo, animando fiestas y banquetes con los sones de su instrumento y los cantos entonados con leve acento oriental. Nunca había regresado al continente. Nunca volvió a ver las montañas de Siria ni los cedros del Líbano. Después de tantos años, ya era una griega más, un típico producto de las islas del Egeo. Y ahora, en las postrimerías de la vida, continuaba pulsando las cuerdas del viejo instrumento para arrancarle sones profundamente griegos. Al concluir la música, sobre la pista quedaron los trozos de los platos arrojados por el público en homenaje a los bailarines. Junto a ellos se desvanecían las esperanzas de la vieja sambucistria de un próximo retorno a su Damasco natal. Esa noche la enterraron junto a su sambuca. Una roca rodó montaña abajo en las laderas del Hermón y un rayo desgajó de cuajo el cedro más antiguo del Líbano. En la pequeña Kárpatos, esa noche no brilló la luna.

Este relato forma parte de la serie “Relatos extravagantes (algunos incluso raros)”.

Textos improbables

11. Proverbio
Hay un proverbio chino que dice: “Yang chi Shangai, shang yu Beijing”, que significa ”Yang chi Shangai, shang yu Beijing”.
12. Castigo
Al presidente de la FIFA lo echaron porque lo sorprendieron fif… haciendo cosas raras.
13. Remedio
Para curarse del cáncer, Johan Sebastian usaba flores de él.
14. Destierro
El monje budista fue desterrado del monasterio porque renegaba de Bhrama. Él prefería Heineken.
15. Casualidad
Ganar en el bingo es una lotería.

Estos textos forman parte de la serie “Textos improbables”.