Selección de cuentos diminutos

Los cuentos breves, brevísimos, híper breves, extra small, pequeñísimos, o cualquier otro nombre por el estilo que querramos darles, son aquellos que con una economía extrema de palabras tienen una presentación, un desarrollo y una conclusión.

La característica más relevante es que son «sesudos» y están lejos del «chiste» y del «humor de los asados».

El mejor y más famoso ejemplo de este tipo de prosa es el de Augusto Monterroso, que en sólo siete palabras definió: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí».

Muy pocas palabras que dieron lugar a muchísimas interpretaciones.

¿Sería efectivamente un dinosaurio?

¿Estaría hablando del cerebro reptílico que el hombre tiene como una parte original de su cerebro más evolucionado?

¿Habrá sido un sueño?

Y como éstas, muchas otras más, incluso las que se les pueden ocurrir a ustedes.

A continuación les presento un compilado de algunos de los minicuentos que escribí, algunos de los cuales ya fueron publicados en este blog y otros son originales.

Elegí aquellos que más pueden tener que ver con este momento de pandemia y cuarentena que estamos viviendo en el mundo.

Aquí van.

Espero que les gusten.

Destino I

Al fin llegó al fin.

Destino II

Al mirar atrás, vio su futuro.

Desilusión

El día llegó al fin y se vio solo.

Cuarta dimensión

Al salir de la casa, volvió al presente.

Memento I

Tras el silencio explotó la ira.

Memento II

Un instante después todo era pasado.

Contrición

Cuando volvió la mirada, rompió a llorar.

El día después

Sólo el silencio acompañó su llanto.

Estos minicuentos forman parte de la serie “Cuentos diminutos”

Hoy, algo de poesía: «Palabras»

Palabras

 

Palabras

Las palabras son destinos pronunciados.

Las palabras se intrusan bajo la piel.

Hurgan en el silencio.

Se despiertan al ritmo de voces que se nublan

porque claman sin fe,

porque responden preguntas sin sentido.

porque son algarabía,

porque no hay libertad que las impulse,

no hay destino que las acaricie,

no hay amor que las contenga.

Las palabras se mecen huérfanas de tiempo,

se vuelven mariposas,

se infinitan.

Las palabras se repiten pero cambian,

gritan ayeres implacables,

definen nuestro tiempo y se agotan

en la percusión de los sonidos.

Las palabras nacen y no mueren

jamás.

De la serie «Elogio del silencio»

Destino – Mini relato


Araña

Se detuvo y miró hacia el suelo. Parecía un punto pequeño. ¿Lo sería? Se hincó sobre una rodilla para acercar la imagen a su miopía. Entonces negro. La araña regresó a su guarida satisfecha de sí una vez más.

 

Este relato forma parte del libro “Ciento un relatos que siento uno” publicado en Diciembre de 2010.

La Dinámica del Conocimiento – Primer paso: Conocerme

Conocimiento 1El primer paso en la Dinámica del Conocimiento es “Conocerme”. Sin quererlo, somos un misterio para nosotros mismos y para los demás, y al mismo tiempo una curiosidad, un territorio inexplorado que nos invita a colonizarlo, una región virgen que espera ser descubierta. Se presume que era Sócrates quien pregonaba alrededor de 450 años antes de Cristo la frase que nos llegó traducida como “Conócete a ti mismo” (aunque también fue atribuida a otros pensadores como Heráclito de Éfeso, Tales de Mileto, Solón de Atenas o Pitágoras) y que se supone estaba inscripta en la fachada del Templo de Apolo, en Delfos. Nacemos con un desconocimiento prácticamente absoluto de nosotros, y a medida que crecemos, vamos adquiriendo nociones tanto de nuestro cuerpo como de nuestro espíritu, de nuestra carne y de nuestros pensamientos, de nuestras fortalezas y de nuestras debilidades, de lo que nos anima y de lo que nos desalienta. Muchas veces, al bucear en nuestro interior, no nos gusta lo que encontramos, pero eso no invalida la necesidad de saber quiénes y cómo somos, tanto actualmente (al momento de nuestra reflexión) como en forma potencial. Al llevar a cabo una inmersión en nuestro ser más íntimo, adquirimos una mayor conciencia de lo que nos gusta y de lo que nos disgusta, del modo en que reaccionamos ante las diversas pulsiones exteriores, del temperamento que nos impulsa y del carácter que nos permite dominar nuestras respuestas. Dicen los antropólogos que ante una situación de peligro, el hombre histórico se ha venido preparando para la lucha o para la huida, siendo cada una de ellas la consecuencia del estrés que el riesgo produce en nosotros. Y si bien es difícil saber de antemano cuál será nuestra respuesta, es importante tratar de entender a priori hacia qué dirección nos llevará nuestra naturaleza peculiar. Optimismo o pesimismo es otra de las antinomias que motorizan nuestras acciones. “Ver la copa medio vacía o medio llena” son opciones que presentan rostros que nos facilitan o dificultan la existencia y las relaciones con los otros. Y así vamos por la vida, siendo “los arquitectos de nuestro propio destino”, como establece el dicho de Albert Einstein o el poema de Amado Nervo. Pero para lograr un destino de excelencia, para alcanzar nuestras metas, crear nuestro futuro y capturarlo explotando nuestras posibilidades, primero debemos conocernos. ¿No les parece?

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.

GPS de vida

Muro 2

A la vera de un tiempo que se agota en instantes sutiles, encorvando las espaldas con el yugo de sentidos sin razón, el hombre destina su destino en pasos limitados por muros de concreto que enmarcan el sendero y cercan la mirada. Sólo a veces el hombre se remonta sobre el vallado gris tanteando atardeceres de soles inconclusos y nubes con forma de distancia. Sólo a veces “periscopia” la vista alrededor de sí para ensanchar el campo de conciencia. Sólo a veces refleja los reflejos de la luna sobre la superficie acuosa de la mente. Aun así, camina en línea recta sobre una autopista retorcida, iluminada apenas por el farol brillante de la fe.

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.

La pesadilla

cuchillo de cazaEl calor era espeso, agobiante, abrumador. No cesaba ni con el ventilador enfocado directamente sobre el cuerpo desnudo, ni con el baño que tomara antes de acostarse sobre las sábanas mojadas de sudor. Ensayó un sueño ligero que tardó en llegar, pero que sobrevino cuando el cansancio se impuso al bochorno. Sin embargo, no fue un sueño tranquilo. Casi de inmediato se instaló la pesadilla, tan vívida que resultaba imposible distinguirla de la realidad. En el sueño, corría desesperadamente tratando de huir del abyecto malhechor que lo perseguía blandiendo un acerado cuchillo de caza, con mango de corcho y una caladura profunda para dejar huir la sangre y la vida. Corría de prisa, pero no tanto como para escapar de su fatídico destino. Inesperadamente, tropezó con un adoquín que sobresalía del empedrado y cayó de bruces sobre la calle. Sintió el puntazo sobre la espalda y despertó. Transpirando copiosamente, agradeció haber dejado atrás la onírica tragedia y se levantó para ir al baño. Dio unos pasos vacilantes y se desplomó sobre el parqué del dormitorio. Tras de sí, una mancha de fresca sangre se extendía lánguidamente sobre el colchón.

Este relato pertenece a la serie “Cuentos incontables”.

Destino

¿Es factible para un hombre escribir su propia historia? ¿Puede darle fin a lo que no fue él quien comenzó? La vida es una entelequia improbable, ilusoria, subordinada en apariencia a nuestro control, pero que elige su camino al acaso dejándonos a nosotros, simples espectadores, atrapados en una elipse sin solución de continuidad aunque la soberbia nos lleve a desconocerlo. Por eso, porque no hay manos capaces de torcer las consecuencias y edificar sobre la nada, nos sometemos a un nacimiento imprevisto, no buscado, y a una muerte previsible, pero no por ello más deseada.

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.

Cuentos diminutos

1. Vanidad

Cuando el mosquito oyó el aplauso, ya era tarde.

2. Destino

Al fin llegó al fin.

3. Alud

Tras el ronquido, la montaña vino hacia él.

4. Accidente

Repentinamente, las ideas hallaron el parabrisas.

5. Imprudencia

Alunizó, y ya no pudo volver.

Estos minicuentos forma parte de la serie «Cuentos diminutos».

La insolencia del destino

Solo, en medio de esa isla desierta a la que lo había arrojado el naufragio, se preguntaba el por qué de su destino. ¿Qué mano misteriosa lo había protegido de la muerte cuando nadie en el barco pudo huir de las frías aguas del océano? ¿Quién le había dado fuerzas para nadar, aún cuando la esperanza parecía a punto de abandonarlo? Y ahora estaba allí, sin otra compañía que su soledad, anclado en un sitio desconocido, sumido en un presente extraño. Un ruido en el follaje cercano hizo un llamado a su atención. Sobresaltado, se incorporó de la arena que lo acunaba y con pasos vacilantes se acercó a la arboleda. Con una mezcla de ansiedad y miedo apartó las grandes hojas de una palmera enana. Repentinamente, una enorme gorila hembra saltó ante él rugiendo ferozmente. La miró atemorizado, o más bien desolado, sin saber cómo reaccionar. Podía haber hecho muchas de las cosas que hacen los machos en parecidas circunstancias, pero ninguna de ellas era apta para un monito de apenas cuatro meses.

Este relato forma parte de la serie “Relatos re latos”.