La tecnología

TecnologíaHoy en día estamos tan invadidos por la tecnología que no podemos vivir sin ella. Y no estoy hablando de la electricidad, el gas, el agua potable o el teléfono fijo. No, esas son cosas del pasado. Al menos en las grandes ciudades. Porque lo que es en el interior del país… ¡Allí ni siquiera son cosas del futuro! De todos modos, a todo eso debemos agregarle la computación, internet, las redes sociales, los teléfonos inteligentes, los Smart TV y todos los otros accesorios que inventaron para mejorar nuestra forma de vivir. ¿Mejorar? En fin, dejémoslo ahí. Por ejemplo, antes, cuando veías a alguien hablando solo por la calle, pensabas que estaba loco. Ahora, en cambio, está usando un teléfono celular. Que es otra manera de estar loco, por supuesto, pero diferente. Los controles remotos son otro caso. Tienen tantos botones que nunca sabés cuál tocar. Uno dice “Source”, otro “HDMI”, otros “Pre-Ch”, “Mute”, “Search”, “Status”, “History”, “Return” y “CC”. ¿Cómo querés que entienda tantas opciones, que para colmo están en inglés? Además, cuando oprimís algún botón, te aparece un cartel que dice “elija la opción adecuada”. ¿Y qué sé yo cuál es la opción adecuada? ¿Y adecuada para qué? Tengo un Smart TV que no sé si es un plasma, LED, HD, Full HD o Ultra HD. Antes era más simple: tenías un televisor y listo. Pero ahora… El otro día me regalaron un GPS. Me dijeron que sirve para llegar a destino sin perderse. Hay una gallega que te indica dónde doblar. El problema es que te lo avisa cuando ya te pasaste de la calle. Entonces empieza a decir “recalculando”. Ya me tiene pod… cansado con esa cantinela. ¿Por qué no avisa a tiempo? Se ve que viene con la hora de España y por eso llega tarde. Tengo un reproductor marca Sony que sólo reconoce los DVD de esa marca, porque cuando ponés algún otro, en la pantalla aparece “disco desconocido”. ¿Será porque no está en japonés? Mi auto tiene un sensor de marcha atrás que te avisa con un pitido cuando te estás acercando a un obstáculo. Ya me acostumbré tanto a él que el otro día agarré el auto de mi hijo –que no tiene sensor- y me llevé por delante… quiero decir, por detrás, una tacho de basura, una pared y un perro. Claro, yo estaba esperando el pitido, pero lo único que escuché fue el ladrido. ¡Pobrecito! Fue un solo ladrido, y después… silencio. Internet es un fenómeno. Antes, cuando mandabas una carta, tenías que escribirla, meterla en un sobre, ponerle una estampilla, llevarla al correo o a un buzón y luego esperar meses para tener una respuesta. Ahora, no terminaste de escribir el mail que ya del otro lado te están contestando. O no contestan y te dicen que nunca lo recibieron. ¡Hay de todo en la Internet del Señor! El problema con Internet es que cada sitio te pide una contraseña. Yo tengo en este momento 249 contraseñas distintas, así que para embocar la correcta estoy un montón de tiempo. Me parece que mejor escribo una carta. ¡Hasta el próximo mail!

Este relato forma parte de la serie «Relatos en positivo»