Navidad y Fin de año

fin de añoHace apenas cinco días festejamos Navidad, la segunda fiesta en importancia para los cristianos, cuando compartimos con María y José, los pastores y los reyes, la alegría del nacimiento de Jesús, y celebramos un nuevo comenzar de la vida de la fe. Mañana será fin de año y terminaremos un único ciclo vital, tanto para los creyentes de diversas religiones en un Ser superior, como también para los no creyentes. Es un tiempo de reflexión, de mirar hacia atrás para entender lo que hicimos bien y lo que debemos mejorar, y de proyectarnos hacia adelante para rehacer nuestros propósitos y reencauzar nuestros pasos hacia las metas que cada comienzo de año nos proponemos. Pero también es una época de festejos y alegría, porque hemos llegado hasta aquí, dando fin a un período, y estamos a las vísperas de una nueva etapa. Dicho simplemente, porque nos sentimos vivos y porque estamos vivos. ¡Felices fiestas para todos!

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.

Fin de año – Qhapaq Ñan (*)

caminosUn nuevo fin de año, una nueva llegada a la meta a la que nos condujeron los “trescientos sesenta y cinco escalones” de 2017, las trescientos sesenta y cinco mañanas en las que abrimos los ojos para afrontar un nuevo día y las trescientos sesenta y cinco noches en las que los cerramos para conciliar el sueño. Como si fuera un moderno “Qhapaq Ñan”, el año transcurrió entre posibles caminos alternativos que nos obligaron a tomar permanentes decisiones, a elegir opciones y a avanzar, muchas veces sin saber hacia dónde nos conducía la elección. Paso a paso, obviando circunstancias o adaptándonos a ellas, escribimos nuevas páginas de nuestra historia y, por qué no, de la historia de la humanidad. Algunas veces solos, la mayoría de ellas junto a los demás, desgranamos el futuro convirtiéndolo en presente y prontamente en pasado. Y aquí estamos hoy, reflexionando sobre lo que hicimos o podríamos haber hecho, lamentando las oportunidades perdidas y disfrutando de los logros, pero por sobre todo, celebrando la Vida. ¡Feliz año nuevo para todos!

(*) En quechua, “Camino principal” o “Desandando el camino”: Columna vertebral del poder político y económico del Tawantisuyo –el imperio Inca- el Qhapaq Ñan era una red de caminos de más de 30.000 kilómetros de extensión que conectaba importantes centros de producción, administrativos y ceremoniales.

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.

Propósitos de fin de año

ListaSe acercaba fin de año y decidí que era tiempo de hacer propósitos y llevarlos a cabo, así que el 31 de diciembre a las 11:58 comencé a escribir lo que haría a partir del primer minuto del año siguiente. Decidí que haría ejercicio para reducir el voluminoso abdomen que no me permite ver el p… el p… ¡el pie izquierdo!… Bah, tampoco veo el derecho: es decir, que no me permite ver los pies. En realidad, sí me veo los pies, pero a través del espejo del baño. En realidad no es a través, sino reflejado en él. Como sea, puedo verme los pies pero eso no quita que tenga una panza prominente, así que como les decía, decidí que haría ejercicios para bajarla. Claro que mi esposa me había dicho que sólo con los ejercicios no alcanzaba para lograr mi propósito, sino que además debía cuidarme con las comidas. “¡Pero si yo me cuido!” –protesté. “¿No hago acaso seis comidas diarias?”. Creí adivinar que la cara que puso mi esposa era de asco. “¡Tenés que comer sin grasa!” –me espetó… ¿Me espetó? ¿Qué habré querido decir? Bueno, no importa, sigamos. Le di la razón a mi esposa… en realidad, hace ya muchos años que le di La Razón, El Clarín y La Nación, porque se la pasa leyendo. La verdad, no sé por qué lee tanto. En realidad, sí lo sé: es para no mirarme la cara. Lo que pasa es que es muy discreta y no me lo dice. Mi esposa lee tanto que está siempre informada de todo lo que pasa. Distinto a mí, que nunca sé lo que está sucediendo. Pero no estaba hablando de mi esposa sino de mis propósitos. Entonces escribí que además de hacer ejercicios me cuidaría con las comidas. Sí, porque todos los propósitos los estaba escribiendo. Es que si no, nunca los cumpliré. Decidí también que me levantaría todos los días a las seis, tomaría una ducha, desayunaría y saldría a caminar una hora por el parque que hay cerca de casa. En realidad, estas cosas ya las estoy haciendo. Bueno, no exactamente, pero parecidas. Yo me levanto todos los días a las seis: es decir, cuento hasta seis y me levanto… a las 10:00 de la mañana. En esto estoy muy ducho, que es casi como decir que me ducho. Eso sí: el desayuno es sagrado. Y sólo un café negro. Claro, porque sólo el café es negro: las medialunas son marrones, la manteca amarilla, la mermelada roja y el whisky dorado. No, no desayuno con whisky, ¿qué se piensan? Simplemente digo que el whisky es dorado. Es una reflexión. Y hablando de eso, tengo que agregar a mi lista “hacer flexiones.” Pero no quiero distraerme ahora que estoy en medio de mis propósitos. El último punto es caminar por el parque. ¡Y yo lo hago! En realidad, camino por el parqué del living. ¿Qué diferencia hay? ¡Si es sólo un acento! Otro propósito que me propuse… propósito que me propuse… ¡Cada vez escribo peor! Otro propósito es lavar y planchar la ropa, tender la cama, cocinar la comida, hacer las compras, servirle el desayuno a la cama a mi esposa y llevar a los chicos al colegio. Todo esto el primer día, así ella aprende a hacerlo y que luego se encargue el resto del año. ¿Les parece muy egoísta? Bueno, está bien, nos turnaremos, no se enojen. Ella los días de semana, los fines de semana y los feriados y yo el resto del tiempo. ¿Está bien? Cuando terminé de escribir la lista, la leí detalladamente, la firmé y le puse la fecha y la hora. Allí me di cuenta de que ya era primero de enero, y como yo había dicho que eran mis propósitos para el año siguiente, tendré que esperar un año para llevarlos a cabo. Pero la intención estuvo, ¿no? Hasta la próxima.

Este relato forma parte de la serie «Relatos en positivo».

Fin de año

Fin de año 2014Una vez más, por destino o por fortuna, llegamos a los confines de un final y de un comienzo. Un año que concluye, otro que se inicia. Si miramos atrás por sobre el hombro izquierdo, podremos ver las frustraciones, los dolores, las desesperanzas que nos agobiaron durante los trescientos sesenta y cinco días transcurridos. Si lo hacemos por sobre el derecho, advertiremos en cambio la confianza, los momentos de sosiego, los logros que tiñeron de alegría nuestro tiempo. Y si giramos alternativamente la cabeza a diestra y siniestra, observaremos el ritmo cambiante de la vida misma, muchas veces buena, otras no tanto. Pero eso es el pasado. Hacia adelante, nuestros ojos todavía están cerrados. No podemos anticipar lo que vendrá, lo que nos espera a la vuelta de cada esquina, lo que encontraremos en cada cruce de caminos. No podemos forzar un porvenir que no conocemos. Por eso, la apuesta vital y esperanzada consiste en vivir plenamente cada instante, cada pequeña porción de este presente, sin quedarnos aferrados a un ayer que ya fue, sin preocuparnos por un mañana que aún no es.

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.

Fin de año – Introspección

Fin de año - IntrospecciónHay momentos en los que atempero mi ciego caminar y me detengo a la vera del camino a cavilar sobre la vida. Son tiempos en los que vuelvo la mirada para juzgar el modo en que llené los días de mi agenda. Observo, reflexiono, y resalto los logros con el azul de la complacencia, y los desengaños con el rojo de la frustración. Luego comienzo una nueva cuenta regresiva de un enero inmediato a un diciembre lejano, y estreno instantes impecablemente nuevos, que lleno paso a paso de alegrías, miserias, ansiedades y dolor. Alguna vez, inesperadamente, la conciencia se rebela y me incita a celebrar la vida que cada día renace. Entonces, me detengo nuevamente, dejo los planes a un costado y me abandono a la alegría de vivir.

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.