Fin de año – Qhapaq Ñan (*)

caminosUn nuevo fin de año, una nueva llegada a la meta a la que nos condujeron los “trescientos sesenta y cinco escalones” de 2017, las trescientos sesenta y cinco mañanas en las que abrimos los ojos para afrontar un nuevo día y las trescientos sesenta y cinco noches en las que los cerramos para conciliar el sueño. Como si fuera un moderno “Qhapaq Ñan”, el año transcurrió entre posibles caminos alternativos que nos obligaron a tomar permanentes decisiones, a elegir opciones y a avanzar, muchas veces sin saber hacia dónde nos conducía la elección. Paso a paso, obviando circunstancias o adaptándonos a ellas, escribimos nuevas páginas de nuestra historia y, por qué no, de la historia de la humanidad. Algunas veces solos, la mayoría de ellas junto a los demás, desgranamos el futuro convirtiéndolo en presente y prontamente en pasado. Y aquí estamos hoy, reflexionando sobre lo que hicimos o podríamos haber hecho, lamentando las oportunidades perdidas y disfrutando de los logros, pero por sobre todo, celebrando la Vida. ¡Feliz año nuevo para todos!

(*) En quechua, “Camino principal” o “Desandando el camino”: Columna vertebral del poder político y económico del Tawantisuyo –el imperio Inca- el Qhapaq Ñan era una red de caminos de más de 30.000 kilómetros de extensión que conectaba importantes centros de producción, administrativos y ceremoniales.

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.

De pluma ajena – Reflexión de Leo Vinci, escultor argentino

VinciDe vez en cuando, y cuando considero que vale la pena, me gusta entregarles algún pensamiento, relato o poema de otras personas. En este caso se trata de una reflexión de Leo Vinci, un escultor argentino.

En todo acto creador hay un pensamiento que lo sostiene. La escultura es un lenguaje, y como en la poesía, la metáfora permite hablar de una realidad profunda y esencial más allá de la descripción de lo aparente. La libertad en la creación ha sido conquistada por quienes nos precedieron; es hora de construir. Somos el pasado cultural de las futuras generaciones.

Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori, 26/11/2011 al 20/02/2012.

Este texto forma parte de la serie “De pluma ajena”.

La Dinámica del Conocimiento – Primer paso: Conocerme

Conocimiento 1El primer paso en la Dinámica del Conocimiento es “Conocerme”. Sin quererlo, somos un misterio para nosotros mismos y para los demás, y al mismo tiempo una curiosidad, un territorio inexplorado que nos invita a colonizarlo, una región virgen que espera ser descubierta. Se presume que era Sócrates quien pregonaba alrededor de 450 años antes de Cristo la frase que nos llegó traducida como “Conócete a ti mismo” (aunque también fue atribuida a otros pensadores como Heráclito de Éfeso, Tales de Mileto, Solón de Atenas o Pitágoras) y que se supone estaba inscripta en la fachada del Templo de Apolo, en Delfos. Nacemos con un desconocimiento prácticamente absoluto de nosotros, y a medida que crecemos, vamos adquiriendo nociones tanto de nuestro cuerpo como de nuestro espíritu, de nuestra carne y de nuestros pensamientos, de nuestras fortalezas y de nuestras debilidades, de lo que nos anima y de lo que nos desalienta. Muchas veces, al bucear en nuestro interior, no nos gusta lo que encontramos, pero eso no invalida la necesidad de saber quiénes y cómo somos, tanto actualmente (al momento de nuestra reflexión) como en forma potencial. Al llevar a cabo una inmersión en nuestro ser más íntimo, adquirimos una mayor conciencia de lo que nos gusta y de lo que nos disgusta, del modo en que reaccionamos ante las diversas pulsiones exteriores, del temperamento que nos impulsa y del carácter que nos permite dominar nuestras respuestas. Dicen los antropólogos que ante una situación de peligro, el hombre histórico se ha venido preparando para la lucha o para la huida, siendo cada una de ellas la consecuencia del estrés que el riesgo produce en nosotros. Y si bien es difícil saber de antemano cuál será nuestra respuesta, es importante tratar de entender a priori hacia qué dirección nos llevará nuestra naturaleza peculiar. Optimismo o pesimismo es otra de las antinomias que motorizan nuestras acciones. “Ver la copa medio vacía o medio llena” son opciones que presentan rostros que nos facilitan o dificultan la existencia y las relaciones con los otros. Y así vamos por la vida, siendo “los arquitectos de nuestro propio destino”, como establece el dicho de Albert Einstein o el poema de Amado Nervo. Pero para lograr un destino de excelencia, para alcanzar nuestras metas, crear nuestro futuro y capturarlo explotando nuestras posibilidades, primero debemos conocernos. ¿No les parece?

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.

Fin de año

Fin de año 2014Una vez más, por destino o por fortuna, llegamos a los confines de un final y de un comienzo. Un año que concluye, otro que se inicia. Si miramos atrás por sobre el hombro izquierdo, podremos ver las frustraciones, los dolores, las desesperanzas que nos agobiaron durante los trescientos sesenta y cinco días transcurridos. Si lo hacemos por sobre el derecho, advertiremos en cambio la confianza, los momentos de sosiego, los logros que tiñeron de alegría nuestro tiempo. Y si giramos alternativamente la cabeza a diestra y siniestra, observaremos el ritmo cambiante de la vida misma, muchas veces buena, otras no tanto. Pero eso es el pasado. Hacia adelante, nuestros ojos todavía están cerrados. No podemos anticipar lo que vendrá, lo que nos espera a la vuelta de cada esquina, lo que encontraremos en cada cruce de caminos. No podemos forzar un porvenir que no conocemos. Por eso, la apuesta vital y esperanzada consiste en vivir plenamente cada instante, cada pequeña porción de este presente, sin quedarnos aferrados a un ayer que ya fue, sin preocuparnos por un mañana que aún no es.

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.

Orech Ruah (“Largo sufrimiento”)

GrabadosTomó entre las manos el puntiagudo instrumento y comenzó a escribir. La filosa punta se hundió en la blanda superficie y los extraños signos abyads de un olvidado arameo surgieron al ritmo del rojizo encausto que los contorneaban. Dificultosamente, las palabras se abrieron paso en rasgos irregulares, temblorosos, pidiendo púdico permiso para desnudar sus contenidos. Encadenados entre sí, los símbolos formaron la frase que inocultablemente formulaba su pasado y marcaría por siempre su destino: Orech Ruah. Por un momento quedó inmovilizado contemplando su obra. Memoró los difíciles años transcurridos desde el temprano abandono de su madre, la infancia sin cariño ni recuerdos, la solitaria juventud de alcohol y drogas… Y aún quedaba por delante un futuro insostenible, una inmersión extrema en la pobreza extrema, una vida extraviada para siempre. Exhalando un amargo suspiro, hizo a un lado el incisivo cortante con el que había desfigurado su antebrazo, mientras una lágrima inopinada se desplomó sobre el escrito.

Abyad: Sistema de escritura donde sólo hay símbolos para los fonemas consonánticos

Este relato forma parte de la serie “Relatos extravagantes (algunos incluso raros)”.

Hoy, el futuro

palomasZureaban las palomas delicadamente asidas al borde del jazmín. Unisonaba el arrullo que brotaba límpido de las gargantas de las aves, en un amoroso y mutuo convite a la cubrición que desde el inicio de los siglos daba lugar al surgimiento de la vida. Habían construido trabajosamente la morada de hojas secas y ramas recortadas que daría albergo a los embriones resguardados por las rígidas paredes ovulares. Sólo dos huevos reposarían en el nido. Sólo dos pichones –o tal vez ninguno- entornarían los párpados para filtrar el sol de la mañana que llegaría hasta sus ojos, y abrirían los picos reclamando ansiosos la comida. Sólo dos pares de alas batirían el espacio para atrapar el infinito, una vez que las plumas cubrieran los frágiles cuerpos de los recién nacidos. Pero todo eso era el futuro. En el hoy de la diáfana mañana, hembra y macho adormecían sus cantos en un arrumaco embelesado. Ellos no sabían de un después, no razonaban, no planeaban porvenires expectantes, no diferían los goces inmediatos por la promesa de lo que vendrá. Sólo ellos dos en la copa del jazmín. Sólo ellos dos… y la serpiente que acechaba desde la rama adjunta…

Este relato forma parte de la serie “Relatos extravagantes (algunos incluso raros)”.

Duda

Gaviotas volando¿Cómo será el futuro? ¿De qué modo afectarán las experiencias mi conducta condicionándola, modificándola, transformando la meditada constancia de la tortuga que me habita, en la velocidad irreflexiva del guepardo que, latente, aguarda su momento? ¿O será que simplemente no habrá vuelta atrás y nadie esperará de mí una respuesta instantánea, visceral? Es difícil –casi imposible– responder a los interrogantes que me sobrevuelan como gaviotas atrevidas, pero me niego a dejar de alimentarlas, aun cuando no obtenga las respuestas. Tal vez –sólo tal vez– de este modo logre que hagan nido en mí.

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.

Recuerdos

Bajo un techado de distancia inacabable, donde sólo se asientan las mañanas y las gotas de rocío se deprimen, un pájaro sin mácula deja caer su canto sobre el silencio gris. Es un lamento blando que persiste aún cuando la noche se sobrepone al día, una paradoja inanimada de misterios infranqueables, una oración que se reza de a momentos. ¿Será que la distancia se apoltrona? ¿Será que los ayeres buscan desesperados un futuro? Nada importa en sí. La vida se presenta como un momento confortado de esperanzas y la memoria sólo evoca lo perdido –o ganado- para siempre. Por eso, tal vez, las miradas se diluyen más allá del horizonte y los sueños abandonan el letargo para apresar un tiempo que ya fue.

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.

Cuando

Durante mucho tiempo viví preocupado por cambiar las cosas más allá de mí. Cuando supe que nada cambiaría, recuperé la calma. Siempre creí que la incertidumbre es un obstáculo mayor para la dicha, porque sólo la certeza absorbe la esperanza y la potencia. Por eso, cuando miro atrás me asomo al futuro, y al mirar hacia adelante atisbo el pasado. Sólo el presente es como es, y por eso lo vivo como la vez primera.

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.