Un nuevo fin de año, una nueva llegada a la meta a la que nos condujeron los “trescientos sesenta y cinco escalones” de 2017, las trescientos sesenta y cinco mañanas en las que abrimos los ojos para afrontar un nuevo día y las trescientos sesenta y cinco noches en las que los cerramos para conciliar el sueño. Como si fuera un moderno “Qhapaq Ñan”, el año transcurrió entre posibles caminos alternativos que nos obligaron a tomar permanentes decisiones, a elegir opciones y a avanzar, muchas veces sin saber hacia dónde nos conducía la elección. Paso a paso, obviando circunstancias o adaptándonos a ellas, escribimos nuevas páginas de nuestra historia y, por qué no, de la historia de la humanidad. Algunas veces solos, la mayoría de ellas junto a los demás, desgranamos el futuro convirtiéndolo en presente y prontamente en pasado. Y aquí estamos hoy, reflexionando sobre lo que hicimos o podríamos haber hecho, lamentando las oportunidades perdidas y disfrutando de los logros, pero por sobre todo, celebrando la Vida. ¡Feliz año nuevo para todos!
(*) En quechua, “Camino principal” o “Desandando el camino”: Columna vertebral del poder político y económico del Tawantisuyo –el imperio Inca- el Qhapaq Ñan era una red de caminos de más de 30.000 kilómetros de extensión que conectaba importantes centros de producción, administrativos y ceremoniales.
Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.