La plegaria del jefe

Hola a todos.

Hace muchos años, cuando por mi trabajo tenía secretarias y al mismo tiempo daba capacitaciones en el ámbito empresarial, se me ocurrió escribir la «oración» que les comparto más abajo, como un reconocimiento a la importante ayuda que varias de mis asistentes me dieron a lo largo de mi vida laboral.

Se titula «La plegaria del jefe» y espero que les guste.

Dice así:

Dios mío:

Yo no quiero una secretaria, alguien que dependa de mí.

Quiero más bien una asistente, alguien que me enseñe y ayude a no depender de ella.

No quiero alguien igual a mí, porque sería muy aburrido y difícil de aceptar.

En cambio, quiero alguien distinto de mí, pero que pueda trabajar conmigo a pesar de las diferencias, o más bien gracias a ellas.

Alguien que entienda que todos los jefes somos iguales, pero que acepte que algunos somos más iguales que otros.

Que comprenda que todos los jefes queremos lo mismo, pero que algunos lo queremos aún mejor.

Deseo contar con alguien que pueda lucir fascinante y atractiva, o que quiera hacerlo aunque no sea naturalmente linda. Porque nadie es responsable de la cara que tiene, pero sí de la cara que pone.

Pero sobre todo, alguien que sea capaz de hacer que todas las cosas luzcan fascinantes y atractivas.

Necesito una asistente que:

  • Sea autónoma en sus decisiones, para que no tenga que estar diciéndole permanentemente lo que tiene que hace, pero que ponga su autonomía en sintonía con mis necesidades para no dejarme en descubierto frente a terceros.
  • Tenga la suficiente personalidad y firmeza de carácter como para ocupar su lugar y recordar a los demás que deben ocupar el de ellos, pero que no sea mandona, gruñona o avinagrada al punto que nadie quiera tener trato con ella.
  • Sea flexible para adecuarse a las cambiantes condiciones del trabajo, sin hacer gestos de fastidio por tener que abandonar lo que estaba haciendo hasta ese instante para pasar a hacer algo distinto.
  • Sepa que los problemas hay que resolverlos en lugar de generarlos y que tenga una fuerte tendencia a solucionarlos antes de que lleguen a mi escritorio. Aún a costa de equivocarse, porque esa es la única forma en que se aprende.
  • Conozca cuáles son las cosas que me molestan y evite hacerlas. Y al mismo tiempo, sea capaz de decirme lo que le molesta de mí. Porque esa es la única manera de mejorar nuestra relación y hacerla más fructífera para ambos.
  • Tenga disposición para el trabajo en equipo, conmigo y con la gente del sector. Pero que no use esa capacidad para trabajar con nuestros adversarios o competidores.
  • Sepa que las palabras «secreto», «guardar» y «confidencialidad» significan respectivamente «secreto», «guardar» y «confidencialidad».
  • Demuestre capacidad técnica, conocimientos específicos e inclinación al aprendizaje. Pero fundamentalmente, que tenga calidades humanas, que son mucho más difíciles de adquirir.
  • Posea un alto nivel de compromiso y orgullo por sus tareas y funciones, de forma tal que ponga su mayor empeño en mejorarlas permanentemente. Pero al mismo tiempo, que no se considere el «ombligo del mundo».
  • Demuestre tener las siguientes características físicas esenciales:
    • Suficiente continencia hidráulica, que le permita pasar más tiempo sentada a su escritorio que visitando el toilette.
    • Moderado apetito, que no le obligue a abandonar el escrito que se necesita con urgencia porque «llegó la hora de comer».
    • Agudeza auditiva, para escuchar que el teléfono suena, y suena, y suena…
    • Rapidez digital para «tipear» las cartas, matizada con una dosis conveniente de «artrosis ralentizante» a la hora de pasar las comunicaciones, cuando en lugar de la voz del que llamó, lo que se escucha del otro lado todavía es la musiquita en espera.

Señor:

Vos, que fuiste capaz de darle Eva a Adán al módico costo de una costilla, dame a mí una asistente como la que te pido aquí, aunque me cueste un poco más.

Yo sé que te estoy exigiendo demasiado y conseguirlo va a ser muy difícil, aún para Vos.

Pero si lográs mandarme alguien así, me comprometo a admirar y reconocer sus virtudes, totalmente asignables a ella, y a perdonar sus defectos, que extrañamente se parecerán a los que aborrezco de mí mismo.

Amén.

Nota: Esta «plegaria» fue escrita en el año 1995.

Mi amiga Beba

CenaMi amiga Beba es un personaje increíble. A un agudo sentido del humor le une una acentuada tendencia a generar situaciones ridículas y una inoportuna dislexia que la lleva a cambiar el sentido de las frases. Como cuando el jefe de su padre fue a cenar y Beba, muy suelta de cuerpo, le preguntó: “Así que fue a ver “Romeo y Julieta”. Y ¿qué le parió la película?”. Él la miró un instante asombrado y luego le respondió: “Por las dudas, que le recontra. Ahora, la película me pareció buena”. De más está decir que el padre la quería matar.

Este relato forma parte de la serie “Cuentos de cien palabras”

Novicionario – Tercera entrega

Diccionario 2A continuación les presento una nueva entrega del Novicionario.

Recuerden que les estoy planteando sólo una definición de palabras por cada letra del alfabeto.

Aquí van:

Abrojo: Antónimo de cerrojo.

Banderola: Insignia patriola.

Campana: Perro de tela que suena.

Delfín: Mamífero acuático que siempre llega en último lugar.

Económico: Repetición de sonidos no pertenecientes a un mono.

Festejo: Juego que se juega usando un sombrero turco y discos de madera.

Genial: Femenino de conocido analgésico.

Hiperbólico: Que sufre de varicocele.

Izquierda: Lugar hacia donde señala mi esposa cuando quiere que doble a la derecha.

Jefe: Persona que está en ese puesto porque demostró que no sabe.

KuKlux Klan: Blancos que “hacen cosas de negros”.

Léxico: País de Alérica del Norte.

Mantra: Cobertor de la crama.

Novio: Miró pero…

Oculta: Vocal de preparación exquisita pero poco manifiesta.

París: Ciudad donde te ordenan dar a luz (¿Por eso le dirán la Ciudad Luz?)

Queso: ¿Quién te cré…?

Remedio: Nota musical en la mitad.

Santurrón: Patrono de las golosinas que hacen mal a los dientes.

Todavía: Rieles y durmientes.

Usurera: Vocal de origen austral.

Vigilada: Observé a gente tonta.

Wichita: Mona de Witarzán.

Yo-yo: Juego egoísta.

Zarzaparrilla: Barbacoa vegetal.

Estos textos forman parte de la serie “Novicionario”.

Medio sordo

SordoRelato basado en un chiste popular de origen desconocido

Esteban era medio sordo. No es que escuchara a medias, sino que oía perfectamente con el oído derecho, pero absolutamente nada con el izquierdo. Quienes lo conocíamos comprendíamos por qué siempre se sentaba en la punta de los sillones, cambiaba de lugar o hacía contorsiones con la cabeza para escuchar mejor. Esa dificultad no le impidió llegar a tener un cargo importante en una gran empresa. Un día un empleado, por hacerse el gracioso, musitó en su oído izquierdo: «¿De dónde venís, sordo de m…..?». Esteban lo miró con una sonrisa y le dijo: «De comprar un audífono, ex empleado».

Este relato forma parte de la serie «Cuentos de cien palabras».