Frenesí

AmamantandoMiró esos pechos excitantes que se le ofrecían generosos, dos montículos perfectos coronados por sendos botones turgentes que parecían a punto de estallar y una piel suave que despertaba el deseo hormigueando sobre su propia piel. Abrió los labios en un rictus ansioso y arrojándose sobre la cálida montaña femenina, comenzó a amamantar.

Este relato forma parte de la serie “Relatos re latos”.