Un rayo de sol se filtra por la ventana abierta y una brisa celosa se cuela entre los pliegues de una cortina muda. El dintel carga sobre sí la pesadez del muro y de los sueños que huyen por el vano. Los postigos baten el silencio de la calle. Los alzapaños sostienen los sentidos para que no oscurezcan la mirada. Y las sombras, con miedo, se refugian en las rajas del piso de madera. Así comienza un nuevo día. Así comienza una nueva vida.
¡Feliz Año Nuevo para todos!
Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.