Mi amigo, el curda

Borracho 2Uno de mis mejores amigos está bajo el influjo del vicio de la bebida. ¡Pobre! Le viene desde la cuna. ¿Por qué? Porque la madre le puso de nombre Tomás Empédocles. Con un nombre así, cualquiera se vuelve curda. ¿No lo creen ustedes? Él dice que es veodo. Sí, veodo, con “v”. Porque dice que “veodo-ble”. Tanto es así que cuando se puso de novio creyó que se había enamorado de mellizas. ¿Se imaginan cuando la novia lo dejó? Andaba golpeando las paredes y gritando “¡Me abandonaron!, ¡Me abandonaron!”. El problema de mi amigo con la bebida… En realidad, no sé por qué digo “el problema”. Si para mi amigo, la bebida no es un problema. Al revés. Él considera que el licor es su mejor amigo. Y para eso se basa en lo que dijo un cardiólogo, que aconsejó “un vasito de vino por día hace bien al corazón”. Mi amigo debe tener como diez corazones, porque chupa que es un contento. Más que contento, en realidad es achispado. Achispado es sinónimo de borracho, ebrio, embriagado… Yo les decía que a mi amigo la borrachera le viene desde la cuna. Lo que pasa es que la cuna estaba hecha de roble. Más que cuna, era una cuba. Y él, más que acunado, estaba añejado. Cuando fue al colegio, siempre le tocó la división “AA”. La de “Alcohólicos Anónimos”. Y en la universidad fue a la UBA. Chiste viejo, ¿no? Bueno, de algún lado hay que sacar tema para escribir bol… para escribir estos interesantes textos. Hasta la próxima.

Este relato forma parte de la serie «Relatos en positivo».

La pecera

PeceraEl novio de una de mis hijas tiene una pecera con peces. La verdad, es un pleonasmo. No, “pleonasmo” no es el apellido de mi futuro yerno ni una especie de peces. Quiero decir que decir “pecera con peces” suena redundante. Y también que “quiero decir que decir” también suena redundante. Pero es lo que quiero decir. Y decir “redundante” significa “pleonasmo”. Porque la pecera, ¿con qué va a ser, si no es con peces? ¿Con lagartijas? Ah, si uno tiene lagartijas como mascotas en la casa ¿las guarda en una pecera? Mire usted. ¿Y no se ahogan? Ah, claro, sin agua. Yo ya lo sabía, pero me hacía el que no lo sabía (je, je, je…). La cuestión es que basta con decir que uno tiene una pecera, y todos entienden. ¿Se entiende? ¿No? Bueno, no importa, sigamos. Decía que el novio de mi hija tiene una pecera dentro de la cual hay un hermoso pececito. ¡Momento! ¿Se dice “pececito” o “pescadito”? Porque para meterlo en la pecera tuvieron que pescarlo. Me parece que corresponde decir “pescadito”. Además, si dijera “pececito” sonaría como “pesesito”, y más que una pecera parecería una alcancía o una caja fuerte. Es hermoso el bicho. ¡Oia! Estoy usando las mismas palabras que usaba mi tía cuando hablaba de mi tío. Sólo que no decía “hermoso”, pero no me acuerdo qué palabra usaba. Mi tío era tan, pero tan feo, que le decían “el bicho”. Pero para mi tía era algo que terminaba en “oso”. Como el pescado del novio de mi hija. ¡Je! ¡Lo dije! Encontré el modo sutil de hablar del coso ese que sale con mi hija: “el pescado del novio de mi hija”, que es como decir “el novio de mi hija, que es un pes…” O “el imbécil del novio de mi hija”, que suena más verídico pero es demasiado evidente. ¿Saben por qué sale con mi hija? Porque yo no lo dejo entrar, así que no tiene más remedio que salir. Y cuanto más lejos, mejor. Pero volvamos al pez. Es blanco, es dorado y es camado. Quiero decir, “escamado”. Tiene escamas por todas partes, el desgraciado. Hasta por donde no convendría que las tuviera. Sigo hablando del pescadito, no de mi futuro yerno (continúo sutil, ¿vieron?). ¿Saben qué hace el pez dentro de la pecera? ¡Nada! Lógico, ¿no? Se la pasa con la boca pegada al vidrio y moviendo los labios como si estuviera dando besos. ¡Sí, el pescado, no el novio! Aunque sospecho que el novio… mejor lo dejo allí. Allí, en la pecera, donde el pez sigue boqueando. Me hizo acordar al cuento aquel del japonés que sólo con mirarlo le hacía hacer lo que él quería. Lo que quería el japonés, no el pez. Y luego, cuando un argentino quiso imitar al japonés, se quedó moviendo los labios como el pez. ¿Qué dicen? ¿Qué era un gallego? Sí, es posible que el pez fuera gallego, pero eso no hace diferencia. Porque no creo que estén diciendo que el japonés fuera gallego. “A ojos vista” el japonés es japonés. Por lo estirado que los tienen, ¿vieron? Y hablando del pez, menos mal que era un pescado “cualunque” y no un tiburón. ¿Se imaginan? Se habría comido la pecera. Ah, justamente de la pecera estábamos hablando. Mi hija lo cuida al pescado del novio. Sigo con más sutilezas, ¿vieron? Pero un día estos me animo y la convenzo de que lo largue. Al novio, digo. De últimas, que se quede con el pescado. Hasta la próxima.

Este relato forma parte de la serie «Relatos en positivo».

Novicionario – Tercera entrega

Diccionario 2A continuación les presento una nueva entrega del Novicionario.

Recuerden que les estoy planteando sólo una definición de palabras por cada letra del alfabeto.

Aquí van:

Abrojo: Antónimo de cerrojo.

Banderola: Insignia patriola.

Campana: Perro de tela que suena.

Delfín: Mamífero acuático que siempre llega en último lugar.

Económico: Repetición de sonidos no pertenecientes a un mono.

Festejo: Juego que se juega usando un sombrero turco y discos de madera.

Genial: Femenino de conocido analgésico.

Hiperbólico: Que sufre de varicocele.

Izquierda: Lugar hacia donde señala mi esposa cuando quiere que doble a la derecha.

Jefe: Persona que está en ese puesto porque demostró que no sabe.

KuKlux Klan: Blancos que “hacen cosas de negros”.

Léxico: País de Alérica del Norte.

Mantra: Cobertor de la crama.

Novio: Miró pero…

Oculta: Vocal de preparación exquisita pero poco manifiesta.

París: Ciudad donde te ordenan dar a luz (¿Por eso le dirán la Ciudad Luz?)

Queso: ¿Quién te cré…?

Remedio: Nota musical en la mitad.

Santurrón: Patrono de las golosinas que hacen mal a los dientes.

Todavía: Rieles y durmientes.

Usurera: Vocal de origen austral.

Vigilada: Observé a gente tonta.

Wichita: Mona de Witarzán.

Yo-yo: Juego egoísta.

Zarzaparrilla: Barbacoa vegetal.

Estos textos forman parte de la serie “Novicionario”.

Novicionario – Segunda entrega

Diccionario 1Aquí va una segunda parte del Novicionario.

Nuevamente son algunas de las innumerables palabras recogidas en los seminarios de creatividad.

Se acompaña una definición por cada letra del alfabeto.

Aquí van.

Acápite: Capítulo que habla del sitio donde el autor fumó.

Bávaro: Pesona que comete bavaridades.

Calculo: Rocas calizas hechas polvo usada para paspaduras de partes pudendas.

Decimal: Pronunciá equivocadamente el número después de la coma.

Encara: Reverso de «en cruz».

Femenina: Pequeña creencia portuguesa.

Gangoso: Persona que suele aprovechar las ocasiones de comprar con descuento.

Hinojo: Descendiente de un matrinomonio.

Inesperado: La hija del señor Perado

Joya: Carcajada instantánea.

Kant: Perrot.

Latina: Lugar donde se baña una señora no sajona.

Mariano: Parte destacable de la anatomía de María. Playa nudista.

Novio: Miró pero…

Oligarca: Característica artera de Oli.

Pancarta: Correspondencia hecha de miga.

Quincena: Na na na na na na na na na na na na na na na.

Refinada: Occisa de varios días.

Salmón: Canto religioso aumentado.

Terremoto: Infusión lejana.

Urgente: Habitantes de antiguo pueblo de Caldea contemporáneos y vecinos de Abraham.

Verano: Tarea del proctólogo.

Watt: ¿Qué?, en inglés.

Yugoeslavia: Aféresis de “Hablar mucho es un trabajo pesado”.

Zen: Noventa neve máz uno.

Estos textos forman parte de la serie «Novicionario».

Tamara tiene novio

Tamara tiene novio. Lo consiguió no se sabe bien cómo y a pesar de ella misma. En realidad, sí se sabe cómo. Fue gracias a Internet y a una de esas redes sociales como Facefile, Linkedout, Yourspace o alguna otra por el estilo. Estaba navegando por la web cuando de repente leyó que “un joven apuesto de 37 años quería conocer a una señorita de buen aspecto y mejor carácter que no llegara a los 40”. Tamara pensó largamente acerca de los requisitos ya que no cumplía con ninguno. Pero, perdida por perdida, como suele decirse, respondió al aviso. Y desde entonces, tiene novio. Claro que nunca lo vio, salió o habló personalmente con él. Pero los escritos en la Pared de Facefile explotaban de pasión por ambos lados. Y hoy, después de todo, Tamara tiene novio. Y lo más importante… ¡es que es feliz!

Este relato forma parte de la serie “Relatos mínimos”.