Oración de Paz

San Francisco(De San Francisco de Asís)

Señor, haz de nosotros instrumentos de Tu paz. Donde haya odio, que pongamos amor. Donde haya ofensa, que pongamos perdón. Donde haya discordia, que pongamos unión. Donde haya error, que pongamos verdad. Donde haya duda, que pongamos fe. Donde haya desesperación, que pongamos esperanza. Donde haya tinieblas, que pongamos Tu luz. Donde haya tristeza, que pongamos alegría. Señor, que no busquemos tanto ser consolados como consolar, ser comprendidos como comprender, ser amados como amar. Porque es dando como se recibe, olvidándose de sí como se encuentra, perdonando como se es perdonado, y muriendo como se resucita a la vida eterna…

Este relato forma parte de la serie “Cuentos de cien palabras”

Hola, ¿papi?

Llamado telefónico 1Este cuento está basado en un hecho de la vida real.

Carlos sentía tanto cariño por el suegro que lo llamaba “papi”. El día en que su esposa iba a dar a luz a su primera hija, el suegro le recomendó enfáticamente: “Carlos, llamame apenas nazca la niña, no importa la hora que sea”. Ya en el sanatorio, el trabajo de parto se demoró y la pequeña nació recién a las dos de la mañana. Carlos, emocionado, llamó al suegro por teléfono, pero se equivocó al marcar el número. Una voz somnolienta le respondió: “Hola”. Carlos dijo: “Hola, ¿papi?”… Se dio cuenta de su error al escuchar: ”Andate a la …”.

Este relato forma parte de la serie “Cuentos de cien palabras”.

El sueño (I) – El error

El siguiente relato no lo inventé, sino que… ¡lo soñé! Si les resulta raro el desarrollo o el final, es porque traté de expresar en cien palabras lo más fielmente posible lo soñado.

Mujer vendiendo en la playa 1Caminaba por la playa discutiendo airadamente con un amigo. Mientras subíamos las escaleras del malecón, una mujer se aproximó a mí diciéndome con voz de angustia: “Escúcheme señor”. Enojado como estaba, no le presté atención y seguí andando. Mi amigo se adelantó para no seguir discutiendo. Recapacité y volví sobre mis pasos para hablar con la mujer. La vi en un puesto de la playa vendiendo chucherías. Me acerqué a ella y le compré unas cuantas. Recién al retirarme advertí que en la escalera aledaña, a cien metros de distancia, se escuchaba una voz angustiada de mujer diciendo “Escúcheme señor”.

Este relato forma parte de la serie “Cuentos de cien palabras”.