Noche de brujas

Noche de brujasEs noche de brujas. La luna, ausente, preside un cielo sin estrellas. Las sombras estiran sus formas ocupando hasta el último rincón. Unas figuras lóbregas parecen deslizarse junto a las paredes, mientras un gato deja oír su maullido lastimero y el olor a azufre hiere el olfato. De pronto, alzándose del suelo, un ente tenebroso compacta el aire a su alrededor y se muestra radiante de densa oscuridad. El hedor se torna insoportable. El ente se desliza raudo hasta una figura con forma de mujer y se funde con ella en un abrazo agónico. Un murmullo jadeante crece lentamente hasta mutar en un grito visceral. Luego, el silencio. Por la mañana, todo parece ser igual a cualquier día, excepto por la novedad de un demonio diminuto creciendo en un vientre de mujer.

Este relato forma parte del libro “Ciento un relatos que siento uno” publicado en Diciembre de 2010.

Las sombras

Increíblemente, al apagar la luz, veo sombras abstractas concretándose en formas que rondan en derredor oscureciendo aún más la oscuridad como en un elíptico teatro de siluetas. Percibo su íntima negrura, la opaca luminosidad de los contornos que adivino sobre el telón de fondo de la noche. Sin embargo, no las reconozco en su etéreo devenir, en las escasas pinceladas de pigmento descolorido. Son formas momentáneas, pasajeras, tan fugaces como el parpadeo de los ojos que extrañan sueño. Indiferentes a los deseos, alimentan los temores, pero odio que se vayan pues en muchas ocasiones son mi única y triste compañía.

Este texto forma parte de la serie “Reflexiones sin flexiones”.