Relato armado en el taller literario sobre la base de que debía detallar con cierta ironía una situación absurda e improbable.
Una locura inconsciente dominaba la escena tiñendo el lugar de un pálido añil. La pléyade de actores, músicos, tramoyistas y resto de participantes del rodaje, se apiñaba en el rectángulo que desordenadamente intentaba ordenar el director. La protagonista, maquillada a extremos irrisorios, aguardaba su momento sentada en una frágil silla de tijera, mientras el intérprete masculino miraba disimuladamente en un espejo la incipiente y descuidada barriga que asomaba por debajo del ajustado traje que vestía. A una orden del director, actor y actriz se aproximaron el uno a la otra, y tras el consabido registro previo de la escena, comenzaron a besarse largamente. La música de fondo acompañaba la escena, pero ellos, abstraídos en su delicada y deliciosa tarea, apenas la escuchaban. Se oyó el grito de “corten” y un aplauso. No obstante, el beso continuaba. Otro grito y otro aplauso. Tampoco esta vez hubo respuesta. Airadamente, el director se aproximó a la pareja para increparlos, pero al llegar a ellos comprobó con asombro que no podían despegar los labios. Alguna mano malintencionada había puesto pegamento en el rouge de la actriz…
De la serie «Cuentos para ustedes»