El beso (Relato absurdo o irónico)

Relato armado en el taller literario sobre la base de que debía detallar con cierta ironía una situación absurda e improbable.

Una locura inconsciente dominaba la escena tiñendo el lugar de un pálido añil. La pléyade de actores, músicos, tramoyistas y resto de participantes del rodaje, se apiñaba en el rectángulo que desordenadamente intentaba ordenar el director. La protagonista, maquillada a extremos irrisorios, aguardaba su momento sentada en una frágil silla de tijera, mientras el intérprete masculino miraba disimuladamente en un espejo la incipiente y descuidada barriga que asomaba por debajo del ajustado traje que vestía. A una orden del director, actor y actriz se aproximaron el uno a la otra, y tras el consabido registro previo de la escena, comenzaron a besarse largamente. La música de fondo acompañaba la escena, pero ellos, abstraídos en su delicada y deliciosa tarea, apenas la escuchaban. Se oyó el grito de “corten” y un aplauso. No obstante, el beso continuaba. Otro grito y otro aplauso. Tampoco esta vez hubo respuesta. Airadamente, el director se aproximó a la pareja para increparlos, pero al llegar a ellos comprobó con asombro que no podían despegar los labios. Alguna mano malintencionada había puesto pegamento en el rouge de la actriz…

De la serie «Cuentos para ustedes»

Noche de brujas

Noche de brujasEs noche de brujas. La luna, ausente, preside un cielo sin estrellas. Las sombras estiran sus formas ocupando hasta el último rincón. Unas figuras lóbregas parecen deslizarse junto a las paredes, mientras un gato deja oír su maullido lastimero y el olor a azufre hiere el olfato. De pronto, alzándose del suelo, un ente tenebroso compacta el aire a su alrededor y se muestra radiante de densa oscuridad. El hedor se torna insoportable. El ente se desliza raudo hasta una figura con forma de mujer y se funde con ella en un abrazo agónico. Un murmullo jadeante crece lentamente hasta mutar en un grito visceral. Luego, el silencio. Por la mañana, todo parece ser igual a cualquier día, excepto por la novedad de un demonio diminuto creciendo en un vientre de mujer.

Este relato forma parte del libro “Ciento un relatos que siento uno” publicado en Diciembre de 2010.

Sueños y pesadillas

PesadillaHay una línea muy sutil que separa los sueños de las pesadillas. Soñando, se puede sufrir más que estando despierto, y al salir del sueño, la angustia suele subsistir. Y si se trata de una pesadilla, despertar implica normalmente un gran alivio. Una noche Rodolfo escuchó fuertes ruidos en la pieza de los padres. Se asomó alarmado y vio que el padre, en medio de una pesadilla, le pegaba a la esposa. No eran golpes muy fuertes, pero dolían. Lo despertó de un grito. Nunca pudo discernir en la mirada pícara del padre si éste realmente había sufrido una pesadilla.

Este relato forma parte de la serie “Cuentos de cien palabras”.

23. El grito

En medio de la noche, cuando nada lo hacía presumir, un grito desgarrador cortó el espacio en dos y se filtró en los tímpanos dormidos conmoviendo el sueño de justos y malvados. No era un grito más; era un lamento en Fa, profundo y al mismo tiempo inalcanzable; un hiriente estilete que se hundía sin conmiseración en cuerpo y alma; una espada filosa y dantesca blandida sobre carne adolescente. El tiempo se detuvo lo bastante como para que el grito aquel llegara hasta el último recodo del barrio sofocado por la suave modorra de viernes, cuando el cansancio semanal anestesiaba todo indicio de razón. Algunos ojos parpadearon; algunos oídos recogieron el retumbar insoslayable; algunas pieles se erizaron sin remedio. El grito se repitió una, dos, quién sabe cuántas veces, hasta que lentamente se apagó de a trozos y no volvió a resonar. Nadie supo cuál fue el motivo de aquella sucesión de espantos en voz alta. Sólo hubo una complicidad de a dos y una inocencia perdida en la noche de aquel viernes.

Este relato forma parte del libro “Ciento un relatos que siento uno” publicado en Diciembre de 2010.