El monstruo

SubterráneoEl largo túnel tenebroso, invadido por oscuras soledades, dejaba ver de tanto en tanto un halo mortecino en el abovedado techo de la hosca galería subterránea. El monstruo avanzaba a gran velocidad, devorando la distancia, bamboleando grotescamente el cuerpo, gimiendo un rugido imperceptible a veces, atronador las más, que generaba un cierto espanto. Al voltear una profunda curva, aminoró la marcha. Allá lejos, cien metros por delante, un tenue resplandor cobraba poco a poco mayor intensidad. Tras un instante de vacilación, continuó el lento avance. La luz terminó de invadirlo y se detuvo. El tren había llegado a la estación.

Estos relatos forman parte de la serie “Cuentos de cien palabras”.

Esa habitación

Cuatro paredes y una sola oscuridad. Profunda, siniestra, descarnada. Una oscuridad que duele de tan densa. Un techo abovedado, como expandido de ocio, sin columnas, vigas o parantes visibles. Una ventana ciega y una puerta. En la puerta, un número de tres cifras, el número que se murmura pero que nadie se atreve a repetir. Y en el centro del cuarto, mordiendo los bordes aferrados a la tierra, un negro y profundo túnel, en cuyo fondo se adivina apenas un resplandor rojizo.

Este relato forma parte de la serie “Relatos extravagantes (algunos incluso raros)”.