Abrí el arcón donde guardo los recuerdos: el tren a cuerda, las bolitas, el cuaderno premiado de primaria, una rama de eucaliptus tallada en campamento… Testimonios todos ellos de una infancia feliz, sin sobresaltos, plena de juegos e ilusiones. Junto a ellos encontré la lapicera Tintenkuli que me regalaron a los quince, una Victorinox que nunca usé, la foto rancia de la primera salida sin mis padres, cuando a los dieciocho nos fuimos a la costa con amigos y sin dinero. Huellas de una juventud vivida plenamente, con todos los deseos por delante. Por fin hallé una carta doblada en cuatro partes y una fotografía de mujer. Entonces sí, lloré.
Este relato forma parte de la serie “Relatos mínimos”.
Un nuevo blog de Hacheaefe 
Hola Hector, espero estén todos muy bien. Muy lindo el envío del arcón!
Tambien tengo una caja grande pero plástica llena de recuerdos, cartas, fotos, recortes q me parecieron interesantes en sus momentos, y qué se yo qué habrá allí….algún día la abriré..porque el momento guardo, atesoro..
Estoy terminando la transición en Mundi a mi hijo Luciano. Los números avalan este paso, no dramático pues encierra una oportunidad magica para mí después de mas de 30 años en Mundi y las crisis Argentinas de cada lustro que no han sido gratis)..pero tampoco fácil..estoy dejando una parte importante de mi vida allí.
La oportunidad es relanzar mi vida. Tengo 58años. Tengo no pocos años de fuerza, lucidez, capacitación, y lo más importante: ganas.
Lo profundizamos (por teléfono, virus-manda), cuando quieras.
Abrazo amigo
Edu Wilk
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Hola Eduardo. Nosotros estamos bien, dentro de lo que la cuarentena permite, sin problemas y extrañando a los hijos y nietos en forma presencial. Me alegro escuchar tus noticias. Sí, mejor profundicemos la charla telefónicamente en algún momento de la semana. Abrazos para todos ustedes.
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